𝑭𝒍𝒐𝒓𝒊𝒔 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏 + lo que alcanzara el campo de visión de su ojo. —¿Esperáis que sea yo quien os ofrezca esa respuesta, milady? Vuestra hermana sellaba el pacto y vos queréis que os abra el paso… No es de extrañar que os llamen tormentas.
ᴛʜᴇ ᴡɪᴛᴄʜ ϙᴜᴇᴇɴ ᴏғ ʜᴀʀʀᴇɴʜᴀʟ. Aemond ardió en una ira silenciosa, saboreando entre los dientes la odiosa culpa que le había sido achacada desde que había regresado de Bastión de Tormentas. La furia de su abuelo, la tristeza de su madre. Ninguno de ellos lo entendía. Había cobrado la deuda gestada tras la +
𝑭𝒍𝒐𝒓𝒊𝒔 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏 + autocontrol que siempre deliberaba con sus emociones. —Ruego que milady considere ofrecerme mañana su compañía. A cambio de su beso, quisiera mostrarle algo.
𝑭𝒍𝒐𝒓𝒊𝒔 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏 El beso fue tenue, liviano, y al príncipe lo atraparía por sorpresa. Luego, llegó el hormigueo. El roce fresco que quedaba como resquicio de que algo había sido depositado allí, en los labios. Mientras se tomaba un momento, Aemond se dio cuenta de que había cerrado el ojo en el +
𝑭𝒍𝒐𝒓𝒊𝒔 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏 + instante en que lo abrió. El rostro de Floris fue lo primero que vio, y luego sus pasos alejándose. Quien siembra vientos, recoge tempestades. Pero esa noche la tormenta era suya.
—Esperad. —No hizo amago de ir tras ella. Se mantuvo firme, regio, en una especie de frágil +
ᴛʜᴇ ᴡɪᴛᴄʜ ϙᴜᴇᴇɴ ᴏғ ʜᴀʀʀᴇɴʜᴀʟ. + —La curiosidad, el auténtico interés, vino tras el beso. Formulada en una pregunta en la que creía intuir la respuesta. Pero el tuerto quería… oír. —¿Qué fue lo que no te ofreció?
ᴛʜᴇ ᴡɪᴛᴄʜ ϙᴜᴇᴇɴ ᴏғ ʜᴀʀʀᴇɴʜᴀʟ. + pérdida de su ojo. Un acto justo, que todos señalaban con vileza. La justicia que no había aplicado su padre. El tumulto de pensamientos lo podría haber envenenado esa noche… de no ser por el atrevimiento de la bastarda.
Su atención volvió a recaer en ella, con su ojo +